Desde que somos pequeños se nos insiste en cuidar nuestros dientes con una buena rutina de limpieza pero, además de heredar los malos hábitos de nuestros padres, creamos nuestras propias manías y terminamos por no conseguir un efecto menor del que se desearía.

Una visita al dentista de vez en cuando nos puede sacar de dudas y demostrarnos que lavarse los dientes parece fácil, pero puede entablar una serie de trucos que se nos pasan por alto descuidando en exceso la salud de nuestras encías, lengua y dientes.

Las asociaciones dentales de cada país suelen ofrecer con frecuencia consejos para instruir a la población de la forma más correcta para mantener la boca libre de gérmenes y preservar en buena forma esa parte de nuestro organismo que si falla puede acabar afectando al resto del cuerpo.

A continuación te explicamos una serie de consejos imprescindibles que hemos recogido de las diferentes organizaciones dentales como la Asociación Dental Americana (ADA) o la Sociedad Española de Odontopetría.

Después de cada comida pero no inmediatamente

Los expertos nos aconsejan lavarnos los dientes al menos dos veces al día, aunque sería mucho mejor si después de cada comida les diéramos algún repaso, eso sí, no hace falta correr al baño después del último bocado.

Incluso si hemos vomitado, momento en el que apetece más coger la pasta de dientes, es recomendable esperar unos minutos. Los ácidos del vómito o los que podamos haber tomado con la comida, como limón o vinagre, atacan el esmalte de los dientes. Si nos lavamos con ese ácido en la boca aumentamos ese efecto negativo.

Enjuagarnos la boca con agua y esperar unos 10 o 20 minutos a que la saliva elimine ese ácido de manera natural es lo más recomendable, después somos libres de darnos una buena lavada.

Tómatelo con calma

No vale con una pasada rápida y a otra cosa, lavarse los dientes debería ser una costumbre que realicemos con calma, concentrados en los que estamos haciendo, como si fuéramos mimando cada uno de los dientes que tenemos y buscando hasta el más mínimo rincón de la cavidad bucal.

Con dulzura, los expertos aconsejan sujetar el cepillo de la misma forma que el lápiz o un pincel para no presionar en exceso las encías. Ir repasando poco a poco el borde entre la encía y el diente donde se suele acumular más la suciedad y aparece el desagradable sarro que estropea por completo una buena sonrisa.

Dos minutos de duración pueden parecer eternos, pero es el tiempo recomendado por los dentistas, es decir, que nos dediquemos a fondo. Se trata de dejar limpia toda la boca, no solo de quitar el sabor de la comida y quedarnos con el frescor de la pasta de dientes.

Elige el cepillo que más se adecue a ti

Cuanto más suaves mejor, pero si aún tienes unas encías sanas puedes permitirte usar uno de dureza intermedia, recuerda no hacer fuerza con la mano, acariciar mejor que sacar brillo.

También es importante la posición del cepillo, unos 45 grados es lo más recomendable. No totalmente perpendicular al diente sino utilizar más las cerdas del borde. Recuerda que los hay de muchas formas y tamaños para que encuentres el que te sea más cómodo para esos rincones donde se esconde la suciedad.

Incluso podemos recurrir a los cepillos interdentales para profundizar en esos huecos que se quedan tan desprotegidos entre los dientes y a los cuáles son los más difíciles de limpiar correctamente.

Disfrutar de este momento, ese es el mayor consejo que nos dan los expertos, usarlo como momento de meditación en el que el resto del mundo desaparece y sólo existimos nosotros y nuestros dientes. Eso junto a una buena dieta y alguna visita esporádica al dentista, conseguirá  mejorar nuestra salud bucal y contar con una buena sonrisa durante años.